lunes, 20 de abril de 2015




        SALINAS

 
La faz de las estrellas
entoldaba aquel tiempo
de azoteas lucidas,
hasta que un soplo cálido
extendía a deshora
su luna venerable. 

Qué gravedad
tan fértil
la del jazmín sediento. 

Qué tejas agrietadas
se daban al rocío,
mendigos de la noche. 

Me rozaba la altura
de un verano sin fondo,
su cielo tatuado
en todos los pretiles.


                                                                       (de LIENZOS DE CAL, 2008)

2 comentarios:

  1. Precioso. Es un lujo poder leer tan bellos poemas. Gracias.

    Un saludo.

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    1. Gracias a ti, amigo José Antonio, por tu amable comentario. En esta calle vivieron mis abuelos y le tengo especial cariño. Un abrazo cordial.

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