miércoles, 29 de abril de 2015





AL CALOR DE LA NOCHE
se tendió tu desnudo
frutal sobre la hierba.
Notabas que jamás apagarías
el ardor de tus ojos,
de tus manos, de toda tu locura.
Vehemente, la aurora
quería profanar
tanto desasosiego,
pero nada que no fuese inhumano
surgió de una tristeza previsible.
Al temblor de la noche
debiste acostumbrarte,
reconociendo sólo tu agonía
como el único aliento
que avivaba aquel fuego clandestino.


                                               (de EL TEMPLO DEL ALBATROS, 2011)

Lienzo de Pol Ledent

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