domingo, 8 de marzo de 2015


                  


         JUDÁ HALEVÍ

 
Y suena tu dolor allá en el Tajo.
Y aroman tus estrofas
los viejos cigarrales. 

Pero no reconocen que te has muerto. 

Un verso peregrino
de los tuyos, esconde
la tarde amurallada que ceñía
sus dorados perfiles a la hora
del tránsito. Colmabas tu deseo
-la Ciudad Prometida
abandonó una lanza
sobre tu corazón- de abrir las puertas,
mas te esperó tan sólo aquella tarde
con la muerte colgada de sus muros. 

Y confunden rumores
el río y las Siónidas.
Y por tu oscura casa
pululan, temblorosos, los candiles.
Y airean sus nostalgias sefarditas
los viejos cigarrales. 

Pero no reconocen que te has muerto.


                                             (de AQUÍ QUEMA LA NIEBLA, 1986)

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