martes, 24 de febrero de 2015





             I I

  
El desierto me cruza
como un sol restallante,
cumple mi travesía
desde ningún camino,
borrando lo avanzado
apenas amanece.
Ahora, si quisieras
convertirte en oasis
y detener a tiempo
este reloj de arena
que marca mi abandono,
tal vez me acercaría
a tus labios de agua
para saciar negando
los primeros instantes
después del sufrimiento.
Pero nada concurre.
Sé que es otra la muerte
cuando la soledad
elige al peregrino,
cuando el desierto traza
su paz definitiva.


                                                      (de LOS PULSOS CARDINALES, 2010)


2 comentarios:

  1. Querida María, qué atinada imagen la que desarrolla el poema al definir la soledad del yo y el desconcierto ante lo existencial. Siempre es un gozo buscar tus palabras. Un fuerte abrazo y la amistad de siempre. Abrazos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, querido y admirado José Luis, por tu certero análisis del poema, me encanta que coincidamos en las distintas esencias de la poesía. Un abrazo.

      Eliminar