XI
Profundamente mío
eres ahora, pasto del otoño
en incendios violetas que soflaman
un cielo demudado.
Qué atardecer recóndito tu cuerpo,
sus pliegues en penumbra,
mientras de mi ilusión caen las hojas
al ver tus ramas limpias,
como livor al alza
detrás de los visillos.
No sabría decirte por qué callo
si todo me provoca, contemplándote,
pura necesidad
de cubrir tu desnudo con racimos
recién cortados, vid espiritosa
en flujo de palabras.
Eres ahora crátera y otoño,
profusamente mío,
líquida adoración que a solas bebo.
(de RETABLO DE CENIZAS, 2011)
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