ITALICA
Una
mirada más a los cipreses
en
el atardecer, y Marcus Ulpius
Traianus
se despide,
con
la cruel sensación de que sus ojos
no
volverán a ser ya los de antes,
de
aquel cerro dormido
entre
tibias penumbras.
No
volverán, ni él ni su silencio
retador
como el mármol,
a
cruzar por las calles porticadas
cuando
un sol ribereño favorezca
el
reflejo del magno caserío.
Marcus
Ulpius Traianus
se
tiene que marchar, pero no sabe
hacerlo
en esta hora del cielo enrojecido
sobre
el anfiteatro,
prolongando
el dulzor de su agonía.
Al
fin, todo se aleja
con
él por la calzada: los alfares,
el
trigo y el aceite, el río marinero
y
una sola tristeza que mantiene
los
cipreses en alto.
(de DOS LENTAS SOLEDADES, 2002)
No hay comentarios:
Publicar un comentario