VI
Un tiempo de placer no se regala
sin cuerpo que lo agote, sin
salida
posterior para el éxtasis más
hondo.
Así mi corazón, que nunca supo
dilatar emociones, vive a
oscuras,
se nutre de paciencia y
desconsuelo
mientras va averiguando nuevos
ritos
por el único hecho de
entregarse.
Un tiempo de placer no significa
más que el consentimiento de la
llaga
abierta sin piedad en el
costado,
cuyo delirio llega a mansedumbre
por amor, siendo víctima
fragante
hasta sentirse altar bajo otro
cuerpo.
Así mi corazón, igual que el
sándalo,
perfuma siempre el hacha que lo
hiere.
(de RETABLO DE CENIZAS, 2011)
Lienzo de Rafael Soriano
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