PLEGARIA
Oh, que no sea éste
el último crepúsculo…
Dios mío, que no sea
la última morada de mis ojos,
que la luz siga el curso de las horas
errantes,
por si el dolor alumbra tanta vida apagada.
Oh, que no sea ésta
la última presencia
del ocaso en la carne…
Dios mío, que haya cielo
donde posar los versos que apenas tienen
alas,
que recupere el aire la fragancia de antaño.
Si esta tarde tuviera corazón, detendría
conmigo sus latidos en la primera estrella.
(de CONTEMPLACIONES, 1988)
"Si esta tarde tuviera corazón..." Lo tiene, María, seguro, gracias a tus ojos, a esa forma tan tuya de decirte, de darte entre los versos. Gracias por mirar siempre de ese modo. Y por contarlo.
ResponderEliminarUn abrazo enorme. Y toda la luz.
Gracias siempre a ti, Ana, con un cariñoso abrazo de luz.
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