lunes, 17 de marzo de 2014





                 ORDESA

 
                                        A Miguel d’Ors

 
Después de haberme convertido en ave
y abrazar estas cumbres con un vuelo
sosegado; tras ser la nieve rosa
que habitan los crepúsculos, rizándome
en cada manantial; cuando ha corrido
mi cuerpo cristalino por un cauce,
reflejando celestes armonías,
y ahora que he dejado de sentirme
soledad rumorosa, verde estela
de ramas desplegadas al silencio,
Señor, te lo suplico:
hazme mujer aquí, para que pueda
amar en alma y verso este paisaje.


                                                     (de LOS APARECIDOS, 1991)

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