XXII
Continuamente cruzan este páramo
mariposas errantes. Y un engendro
de amarga libertad se
transparenta.
Precipitan su vuelo en mis
entrañas,
en mi verso mortal, en la partida
de aquello que no sé por dónde
hiere,
perpetuamente siguen al comienzo.
Hay una soledad que reverberan
cuando sueñan conmigo, y al
romperse
mi muralla interior, son el
aliento
que se queda a morir en la
garganta.
Sus alas pesan tanto como el día
febril en que la vida te descubre.
Y hay que saber del miedo y su
penumbra
para notar en ellas lo marchito.
Mariposas desnudas de mi alma,
continuamente errantes. Ya no hay
vuelos
que engendren otras brisas en el
páramo.
(de VARIACIONES EN VÍSPERAS DE OLVIDO, 1984)
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