EL FUEGO
Su voz te va anegando los sentidos.
Acaricia tus ojos con los suyos.
Pero
más fuerte aún que la palabra
o la mirada tierna, son las huellas
de unos pasos errantes, encendiendo
la hojarasca de todos los caminos.
Nadie sabrá jamás por qué tu sombra
se cimbrea ante él, ígnea y doliente,
ni cómo te ha creado para el viento,
llama que aún crepita entre sus manos.
(de DESDE NOVIEMBRE, 1992)
Plenitud de sombras ígneas, que se cimbrean, dolientes y todo.
ResponderEliminarAbrazos, siempre
El fuego masculino y la llama femenina, así de simple. Gracias, Amando, y otro abrazo.
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