Por
donde huyó la brisa
fue
elevando la hoguera su tersura.
No
abandono mi vida en esa llama
que
encienden los que, invictos, se consumen
junto
a ella, perdiendo cada instante
de
fundirse en derrotas de lo anónimo.
Si
el corazón alzara los abismos
en
que mana su fuego, se podría
rasar
mi soledad con la intemperie
de
las cenizas, con latidos yertos.
Fue
disipando el humo su espesura
por
donde huyó la brisa.
(de AQUÍ QUEMA LA NIEBLA, 1986)
Lienzo de Leandro Sánchez
Gracias María, por hacer del poema un instante de lumbre cotidiana. No hay mejor manera de comenzar las clases que asomarse a tu blog cada mañana. El ahora está lleno de poesía. Sólo falta descubir ese rincón donde se esconde. Besos.
ResponderEliminarGracias a ti por la lumbre de tus comentarios, siempre tan certeros y generosos. También yo me ilumino al leerte cada día y sintiendo tu perenne amistad. Abrazos.
EliminarLa poesía, tu poesía, nos reconcilia siempre con nosotros mismos, con nuestro propio paisaje y nuestra noche. Gracias por ser, por estar, y por darte de esta forma tan tuya de belleza.
ResponderEliminarToda la luz, Poeta, todo el abrazo.
Reconciliarnos con todo y con todos es tarea diaria, pero no hay que abandonar nunca. Toda la luz también para ti. Besos.
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