EN UN CIELO ROJIZO
se recortaba el templo del
albatros.
Tu corazón sabía que existía,
pero nunca tan bello,
tan oculto en su magna
irreverencia.
Allí te refugiaste,
anhelando la lumbre
que azuleaba al fondo,
el ímpetu dorado
de las alas que iban a cubrirte.
En un cielo plomizo
se apagó tu desnudo,
embriagado de sed, como otra
llama
falaz bajo las sombras.
(de EL TEMPLO DEL ALBATROS, 2011)
Muy buena poesía como toda la tuya. Recuerdos y abrazos.
ResponderEliminarGuillermo
Gracias, querido Guillermo, se hace lo que se puede. Abrazos para vosotros.
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