EMPIEZA
A LLOVIZNAR PARA QUE TODO
se
vuelva transparente: las macetas
pintadas
del rincón, el viejo zócalo
de
azulejos de cuenca, la arquería,
los
estucos geométricos, el fondo
del
aljibe, la bóveda mudéjar…
Como
si de otro cielo se tratase,
comienza
a anochecer para que nada
suene
más que la lluvia o el silencio.
(de DOMUS AUREA, 1999)
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