martes, 29 de octubre de 2013


             


                                         PALACIO  DÁVILA


                                Donde una puerta se cierra, otra se abre.

 
Mírame a tiempo, sol, desde tus leves
apariciones, antes de que el frío
desdibuje un temblor en mi costado.
Estos ojos sitúan
cada siglo entre rayos
vertiginosos. Estas
manos rinden roeles
a la mesura. Mi latido yerto
gravita alrededor. La puerta busca
algún rincón de nieve abandonado,
un viejo aldabonazo que responda
por ella. Y es unánime el deseo
de los vientos presentes, al hallarse
prisioneros en gélidas palabras,
de alcanzar otro umbral. Arrepentido
está ese sol mirándome; quisiera
descender hasta el fondo de mis sombras,
palpar la lejanía que oscurece
una ancestral mirada de blancura. 

Pero el recuerdo viene, atemperado
por siluetas violáceas, a encubrirme.


                                             (de AQUÍ QUEMA LA NIEBLA, 1986)

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