LOS MOLINOS HUNDÍAN
su blanca nervadura
en la neblina inmóvil de los
campos.
Hubieras preferido
rasgar aquel paisaje
con las aspas ardientes del
deseo,
invadir una hora
de las que no viviste
para reconocerte en lo profundo.
Los molinos marcaban
sobre esferas vacías
el tiempo sublevado
que no quiso contar con tu
existencia.
(de EL TEMPLO DEL ALBATROS, 2011)
Lienzo de Angelo Beccaria
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