sábado, 26 de octubre de 2013


       


LOS MOLINOS HUNDÍAN
su blanca nervadura
en la neblina inmóvil de los campos.
Hubieras preferido
rasgar aquel paisaje
con las aspas ardientes del deseo,
invadir una hora
de las que no viviste
para reconocerte en lo profundo.
Los molinos marcaban
sobre esferas vacías
el tiempo sublevado
que no quiso contar con tu existencia.


                                                           (de EL TEMPLO DEL ALBATROS, 2011)

Lienzo de Angelo Beccaria

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