viernes, 20 de septiembre de 2013


                        


           XXIX

 
Él estaba esperándome,
como siempre. Su vuelo
truncó la madrugada,
cuando un sol de luciérnagas
hería la espesura.
Pretéritos perfectos,
como el otoño, iban
convirtiéndose en cauce
de abrazos imposibles,
en mudos campanarios
donde se acogerían
nidales de ida y vuelta.
Con el paso del viento,
se quedaron marcadas
sus alas como agujas
sobre el reloj sin horas
de aquella luna llena.
Él estaba esperándome,
pero su corazón
jamás acudiría.


                                                       (de HYPNOS EN LA VENTANA, 2009)

Lienzo de Bonnie Gloris

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