lunes, 30 de septiembre de 2013


                     
                 
 

    VILLA DE SUELLACABRAS

 
Qué hermoso aquel rebaño…
Blanqueado de luna,
iba por la calleja.
El cielo castellano, imperturbable,
posaba cada estrella en los nocturnos
silencios plateados. 

Y antes que el día hubiese
adentrado su luz en el ejido,
detrás de los postigos yo sentía
que todo alboreaba tras la sombra
de aquel mismo rebaño. 

Otras tonalidades me llevaban
hasta la calle de la Platería.
Tuve cerca un austero
ocre de antepasados,
perdido para siempre por la casa
deshabitada.
                     Ahora
es casi oscuro el cielo, casi áureo
el perfil de la iglesia,
casi blanco el rebaño… No hay recuerdo
que acentúe el color de mis raíces.


                                                (de AQUÍ QUEMA LA NIEBLA, 1986)

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