VILLA DE SUELLACABRAS
Qué hermoso aquel rebaño…
Blanqueado de luna,
iba por la calleja.
El cielo castellano,
imperturbable,
posaba cada estrella en los
nocturnos
silencios plateados.
Y antes que el día hubiese
adentrado su luz en el
ejido,
detrás de los postigos yo
sentía
que todo alboreaba tras la
sombra
de aquel mismo rebaño.
Otras tonalidades me
llevaban
hasta la calle de la
Platería.
Tuve cerca un austero
ocre de antepasados,
perdido para siempre por la
casa
deshabitada.
Ahora
es casi oscuro el cielo,
casi áureo
el perfil de la iglesia,
casi blanco el rebaño… No
hay recuerdo
que acentúe el color de mis
raíces.
(de AQUÍ QUEMA LA NIEBLA, 1986)
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