I
El
velo se rasgaba nuevamente
en
el anochecer de tus deseos,
después
de una quietud inabarcable.
Rosas
sin tallo, lumbre mortecina
sobre
el cuerpo doliente, decadencia
que
nunca revelaste al enemigo.
Las
estrellas rompían en tu pulso
como
otra libertad. Cruzaba el tiempo
por
una habitación en llamas, siempre
rasgándote
el amor y su agonía.
Pétalos
rojos, sombra itinerante
de
un fracaso. La noche recitaba
el
consumatum est de tu desnudo.
(de LANCE SONORO, 2007)
Lienzo de Joaquín Sorolla
Hermosísimo, como si el aire se hubiera detenido entre tus dedos y callaran los sauces.
ResponderEliminarToda la luz -la tuya- desde el Mediterráneo.
Muy amable, Ana, disfruta también de tu luz inagotable. Abrazos.
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