CUENTA
ATRÁS
Se tenía que ir.
La voz helada,
un gesto rutinario,
el último temor de alguna
huella...
Era la voz sin rostro
de tantos hombres ciertos,
un anuncio
de pulcritud distante,
todo lo que quedaba
tras el cristal opaco donde
hundía
su aliento la amargura.
Debía convencer,
nada es eterno.
Los hilos que movió se
devanaron
tras la frágil urdimbre
de un encuentro
carente de recinto, día y
hora,
como si nunca hubiera
sucedido.
Y tuvo que escapar
por encima del eco
donde reconoció su propio
nombre,
un nombre de mujer
acaso escrito
sobre el cristal nublado, ya
borroso,
con la gélida voz de la
rutina.
(de VOZ MEDIANTE, 2006)
Lienzo de James Hart Dyke
No hay comentarios:
Publicar un comentario