jueves, 6 de junio de 2013


                    


CANTATA PARA ALESSANDRO GRANDI

 
La tarde fue testigo de cómo unas palabras
y las últimas luces se fueron convirtiendo
en tu rostro de lluvia, en tu cuerpo marcado
por mis sueños. Entonces comprobé la belleza
de lo que yo esperaba, del cáliz insondable
en cuyo fondo ibas a contenerme. Luego
vino el reverso amargo, la vuelta a lo vacío.
Tan sólo me quedaron tus palabras, las luces
vespertinas ardiendo como única presencia.
Entonces pude verte en cualquier otro hombre,
ya sin voz ni paisaje, vivo en mí solamente.


                                                                                (de POLIFONÍAS, 1997)

Lienzo de Edvard Munch

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