CANTATA PARA
ALESSANDRO GRANDI
La tarde fue
testigo de cómo unas palabras
y las últimas
luces se fueron convirtiendo
en tu rostro de
lluvia, en tu cuerpo marcado
por mis sueños.
Entonces comprobé la belleza
de lo que yo
esperaba, del cáliz insondable
en cuyo fondo
ibas a contenerme. Luego
vino el reverso
amargo, la vuelta a lo vacío.
Tan sólo me
quedaron tus palabras, las luces
vespertinas
ardiendo como única presencia.
Entonces pude
verte en cualquier otro hombre,
ya sin voz ni
paisaje, vivo en mí solamente.
(de POLIFONÍAS, 1997)
Lienzo de Edvard Munch
No hay comentarios:
Publicar un comentario