viernes, 22 de marzo de 2013

          


                BAHÍA

 
Se me abrieron los brazos
delante de aquel mar, mientras la orilla
desplegaba mi alma al infinito.
Entonces comprendí cuántos naufragios
me llevaron a solas tierra adentro,
porque no fui sirena
para naves sin rumbo.
Delante de aquel mar todo era fúlgido,
me inundaba de espumas,
ascendía al misterio
de ser otro refugio para un agua
que remansaba en mí sus soledades. 

Se me abrieron los pétalos
de espaldas a aquel mar,
por el escalofrío
que una mano terrena
dejaba en mi corola,
marchitándola allí, sobre la orilla.


                                            (de CONTEMPLACIONES, 1988)

Lienzo de William Orpen

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