ALHÓNDIGA
Siempre el recodo, siempre
las nubes sin salida.
Detrás de los faroles
dormían diminutas
puestas de amor, veladas
por un aire estancado.
Todavía se lee
la calle manuscrita.
Y para mí
que yacen
balcones prematuros,
nombres de luz en vano.
Siempre el regreso, siempre
su innata decadencia.
Todavía se oyen
las luces apagadas.
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