UNA CALLE
También me atravesaron
las pupilas anónimas de
hombres
que, sombras en hastío,
sólo supieron verme cuando,
niebla,
yo abarcaba difusa
su ceguera de siglos
impotente,
porque también mi cuerpo,
tremolando celajes,
atravesó miradas encendidas.
(de AQUÍ QUEMA LA NIEBLA, 1986)
No hay comentarios:
Publicar un comentario