ENCUENTRO
CON DON ANTONIO
La
plazoleta sola se ensombrece
al
compás de unos vuelos
vespertinos
y sus algarabías.
Aquel
señor sentado
-yo
le conozco a usted- es don Antonio.
Como
si nadie hubiera,
alza
en sus manos todos los aromas
y
los rinde al papel donde florecen
sus
versos más ocultos.
La
plazoleta -por favor, quisiera
saber
algunas cosas, no se levante- funde
el
piar lastimero de las aves
con
un goteo manso y escondido.
-Dígame
si existió aquella tarde clara,
casi
de primavera,
si
fue verdad la fuente,
la
albahaca, los frutos encantados...
Muéstreme
ese lugar en su exacta belleza,
para
mi entendimiento de esta vida-.
Estremece
saber que ya es de noche
y
que la plazoleta sigue sola.
(de DOS LENTAS SOLEDADES, 2002)
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