CALLE DE LA GUADAÑA
Una verdad me sigue por la
calle.
Casi roza su sombra con la mía.
Oigo cómo se enreda
entre las buganvillas, cómo gime
implorando el abrazo de las
tapias
hasta caer inerte sobre el
suelo.
Dios mío, si es posible,
pase de mí su rostro,
este encuentro con ella a vida o
muerte,
la tristeza tan larga que me
augura.
La calle se hace ahora más
estrecha,
más húmeda y extraña. Continúan
goteando su livor las
buganvillas.
Vuelvo la vista atrás. Allí está
ella,
erigida en el tiempo, modelada
por caricias. La miro.
Es sólo mi reverso.
(de VIVIR POR DENTRO, 1992)
Admirada María, como siempre enhorabuena por tus versos. Hoy he hablado con un hombre mayor que me ha relatado su niñez, entre otras cosas, me decia que su padre era soriano y solia reunirse con otros paisanos en el Bar San Juan de la Palma, en la esquina de Regina. Su apellido era Diaz; me ha dado algunos otros nombres y apellidos pero no llevaba lapiz ni papel y no los recuerdo. Recordé tu libro. Un saludo.
ResponderEliminarHola, José Luis, gracias por tu correo y enhorabuena también por tu blog. Imagina si mi libro de sorianos hubiese recogido muchos más nombres, no hubiera vivido bastante para entrevistarlos a todos. Pero merecían estar, claro que sí, y quién sabe si algún día me animo a hacer el segundo tomo... Saludos cordiales.
ResponderEliminarPues si te animas, avísame y le "saco" cosas a Díaz. Un saludo.
ResponderEliminarjltirado@ono.com