ENREDADERA
Cruzó la rosaleda
por mi inquietud sus orlas
rojizas. Salpicada
de contraluces iba
mi nostalgia. Despacio,
me rodeaban las sombras,
y todos los parterres
se oscurecieron. Tallos
marchitos enlazaban
mi llanto con el suyo,
mientras volcó la tarde
su cáliz apurado.
No pude desasirme
de ramas, ni de espinas,
ni de un tropel de hojas,
antes de ver mi cuerpo
cercándose a sí mismo.
(de CONTEMPLACIONES, 1988)
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