lunes, 3 de diciembre de 2012


       


                                     -Monasterio de San Clemente-

 
Junto al río, los verdes
de Bib-Ragel se ensartan
en la espadaña, orla de brocado
para un solar que rige sus labores.
Temprano aún,
las hebras de rocío
atraviesan el claustro, se acomodan
sobre paños y ménsulas,
hasta que unas tinajas
las enfilan al hueco de su barro.
Tarde ya, sin señales
de cuanto va calando los jardines,
una capa de estrellas
emboza el monasterio,
declama al natural todo sigilo
como una letanía lauretana.
Entre las aguas dulces,
hay algunas que hilvanan sus reflejos
a celestes palacios abadíes.


                                                  (de LA LUZ NO USADA, 2010)

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