viernes, 26 de octubre de 2012


       


           XV

Bocanada de mar
en mi cuerpo arenado,
convertido en orilla
de tus olas sedientas.
Verano irrepetible,
como llama celeste
que me transparentaba
la ansiedad contenida.
En una caracola
guardaste los deseos,
y yo me puse a oírlos
mientras tus manos sabias
apresaban mis hombros
con red de madreperlas.
Verano interminable,
como las playas vírgenes
de tu cuerpo salino,
bocanada de amor
que en ti me derramaba.


                                               (de LOS CIELOS TARDÍOS, 2009)

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