sábado, 6 de octubre de 2012


                   


                JAZMINES

 
Parecía la tarde
más blanca por mirarme en su perfume,
más vaporosa aún que cualquier pétalo
hecho espejo de tímidas estrellas. 

Era que un jazminero
enjugaba en mi piel su níveo llanto,
y orillaba mi cuerpo con perfiles
de frágil crestería. 

Palidecía el tiempo
antes de convertirse
en nocturnos rincones de tristeza,
antes de que la tarde recortara
su blancor sobre el púrpura
que teñía la luz de los sentidos. 

Era que unos jazmines,
torrente inmaculado,
presagiaban el alba de mis sueños.


                                           (de JARDINES DE MURILLO, 1989)

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