miércoles, 26 de septiembre de 2012


        
 

                   V I

 
Me quedo contemplando tu belleza
de sereno relieve, la apostura
con que envuelves un simple movimiento,
esa sutilidad donde gravitas.
Tú eres un jardín soliviantado,
mariposa flamígera que escapa
de mis manos al sol. Oh, sí, tú eres
celebración carnal de la armonía.
Pero nada es creíble si no llegas
a traspasarme mientras me alimento
con la miel que gotea de tus poros,
del maná de tu cuerpo dehiscente.
Me quedo contemplándote, sabiendo
que no estás a la hora de mi vida,
una vida que aún no ha sucedido
sino a través de todo lo invisible.


                                              (de LOS CIELOS TARDÍOS, 2009)

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