sábado, 22 de septiembre de 2012



       



AMANECE EN LOS OCRES DE UN OTOÑO PERDIDO


Este concierto de Vivaldi rima
con las cosas que escribes y no quieres
que suenen más allá de los violines.
Esta luz de cristal, esta mirada
bordeando tu anónima presencia
con recuerdos pautados,
sabe ondear tus manos al unísono
de las notas tangibles,
porque el verso no cae
en el vacío cruel de la ceguera.
Pero después, extrañamente, oyes
una voz que recita tu amargura
sin música de fondo,
que dice tus verdades
aunque no exista un eco ni una nota. 

Este concierto de Vivaldi vuela
por ti, porque te sientes
más presa cada día
de una luz que tan sólo tú conoces,
porque el verso es un triste pentagrama
para tocarlo apenas con los ojos.


                                                 (de DESDE NOVIEMBRE, 1992)

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