LIED
Una orla de
viento
coronaba los
árboles.
La tarde no
acababa
de caer. Se
tendía
la luna
adolescente
sobre tejados
viejos.
Tú pasabas de
largo
sin mirar un
paisaje
que entonces era
tuyo,
como la tarde,
eterna
en su agonía
rosa.
Una orla de
miedo
coronaba tu
huida.
No sabías a
dónde
te llevaba el
fracaso,
pero era igual.
Ahora
es aquel amor
propio
lo único que
sigue
reinando entre
dos luces.
(de POLIFONÍAS, 1997)
Puras gotas de pura poesía que tanta falta hace.
ResponderEliminarGracias, Guillermo, es la hora de compartir lo que se tiene.
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