viernes, 20 de julio de 2012

            
 



          LIED


Una orla de viento
coronaba los árboles.
La tarde no acababa
de caer. Se tendía
la luna adolescente
sobre tejados viejos.
Tú pasabas de largo
sin mirar un paisaje
que entonces era tuyo,
como la tarde, eterna
en su agonía rosa.
Una orla de miedo
coronaba tu huida.
No sabías a dónde
te llevaba el fracaso,
pero era igual. Ahora
es aquel amor propio
lo único que sigue
reinando entre dos luces.


                                         (de POLIFONÍAS, 1997)

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