POR
FIN TE HE CONOCIDO, TE HE AMADO
con
tu propia belleza, sin más ansia
que
la de estar en ti conmigo misma.
Ha
llegado la noche a ser alfarje;
la
mañana, preludio de romero,
y
el cárdeno fulgor, mi eterna herida.
Pero
te he conocido. Ya es bastante
si
alguna vez descanso bajo el ascua
de
tus alberos, bajo el solo palio
del
último azahar que se marchite.
(de DOMUS AUREA, 1999)
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