miércoles, 2 de mayo de 2012

     
             


                    IV


Ave del paraíso, cuántos vuelos
en su interior, rasgando los paisajes
que orillaban anónimas siluetas.
Quería repetir aquel trayecto
de la primera vez, cuando las nubes
daban cuerpo al livor recién nacido,
destello que mis ansias padecían
anegadas de un triste sentimiento.
Fue menos infinita aquella tarde
por el hecho de verle así, trazado
como la lluvia, sólida distancia
que nunca me negó su certidumbre.
Fueron más los adioses que el encuentro.
Ave del paraíso, ningún rostro,
salvo el suyo, dejó de recibirme
para ausentar mi propia bienvenida.



                                                        (de HYPNOS EN LA VENTANA, 2009)


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