jueves, 31 de mayo de 2012


                         
                           Inmaculada Concepción (B. E. Murillo, 1660-1665)



  CAPILLA  DEL  PROTECTORADO


El perfume de cada primavera
y la humedad de todos los inviernos
abrían, mano a mano,
las puertas del recinto.
Unos ojos buscaban su rincón azulado,
ese cielo que apenas se extendía
desde el altar al hueco
de luz en las vidrieras.
Allá por mayo, mientras la tarde consumaba
los misterios gozosos,
ningún paso perdido se encontró sin corolas,
y aquellos mismos ojos retrocedieron, íntimos,
al nublado diciembre en la capilla,
cuando, después del rezo,
se descorría el velo de la lluvia.
Las niñas mariposas
aún conservan sus alas,
reliquia corporal del uniforme.


                                             (de DOS LENTAS SOLEDADES, 2002)

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