domingo, 29 de abril de 2012

    


               I


Abril llegó sin prisas,
desperezando el vuelo
plomizo de las tórtolas,
cediendo los antiguos
pináculos dorados
al sol que los trenzaba.
Tú ya me florecías
cuando aún era invierno.
Abril, como otro abismo
para el amor naciente,
para los manantiales
de su luz despeñada,
dejó caer la noche
al fondo de mis senos
para anunciarme todo
lo que iba a perderte.


                                                (de LOS CIELOS TARDÍOS, 2009)

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