viernes, 20 de abril de 2012

   



ENTRE EL TEMBLOR FRUTAL DEL LIMONERO
y los hilos dorados de las fuentes
atardecidas, quiero hablar contigo,
oh rey sin heredad, encadenado
para siempre a la luz de estas esferas.
Entre nosotros arden las palabras
negando lejanías de Isbiliya,
oh señor del aduar. Sólo tú sabes
que, cuando me destierran los silencios,
también lloro en Agmat perdidamente.



                                                   (de DOMUS AUREA, 1999)

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