jueves, 19 de abril de 2012

  



        DOS VISIONES


Me mira, y en sus ojos
no soy yo quien se hunde,
sino aquella muchacha que ofrendaba
su desnudo de luna cada noche. 

Sonríe, y en sus labios
no soy yo quien alienta,
sino aquella mujer que amanecía
tras el declive oscuro de su cuerpo. 

¿Quién es, por qué me busca
si no cuenta conmigo
a la hora de amar, si sólo debo
conformarme con su fotografía?


                                         (de A CIERTA ALTURA, 1998)

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