CONDENA
De agua tú, de música y de brisa
tus palabras. Estás. No estás. Te espero
aquí, junto a la fuente. Nunca llegas.
Sé que es largo el camino. Tú de agua
eres, goteas tibio cada noche,
y yo me quedo a oírte.
Pero hay otro
rumor mucho más triste, más hiriente
que todas las ausencias:
el de mi sangre huérfana, cayendo
a tierra lentamente
en cada plenilunio.
Si algún día, tal vez, alguien pregunta
qué fue de mi vivir, de mi esperanza,
podría responderle aquella fuente
o la tierra reseca
que me absorbió despacio, gota a gota,
que supo de mi sed de ti, del agua.
(de VIVIR POR DENTRO, 1992)
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