jueves, 19 de enero de 2012

         
            Soledad (Paul Delvaux, 1955)



NADIE PUEDE SENTIRSE DEFENDIDO
por la prolijidad de su memoria,
en cómplice belleza
con la tarde dichosa donde amaba.
Es cuestión de silencio.
Cada verdad se ajusta a lo mudado
como la gota al surco,
presencia sin retorno
para no dar consigo en la penumbra.
Es razón misteriosa.
Los recuerdos agitan un pañuelo
que, apenas cae el día,
yace sobre pisadas indolentes
tras haber sido aire,
después de suceder a quien marchaba.
Nadie, en defensa propia, reconstruye
el olvido ferviente
que sigue dedicándole la tarde
feliz donde creía haber amado,
por pura inexistencia.


                                              (de MÍNIMO SOL DE INVIERNO, 2006)

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