miércoles, 9 de noviembre de 2011

    


                                          -Convento de Santa Inés-


                             El silencio del coro a mediodía
se acomoda en la fuente,
sobre losas de barro y balaustres,
mientras ígneos destellos
quiebran la umbría armónica del patio.
No es fácil presagiar
lo que acontezca
cuando un lucero envíe querubines
a la hora violeta, ni se puede
dar voz al firmamento
si el órgano reposa
contenido en su tarja de rocallas.
Las sombras primerizas
afinan los grutescos, envaguecen
blancuras sin retorno,
tiempo calmo
para tocar el aire de la espera.
Que no ha llegado aún Maese Pérez.
Que el teclado confía en lo divino.


                                                (de LA LUZ NO USADA, 2010)

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