lunes, 10 de octubre de 2011

              


                            I I I

A condición de cuántas tristezas es posible
dominar la tristeza... No sé decirlo ahora
que miro la espadaña donde una vez fui ave
de rara mansedumbre, lucero clandestino
sobre la cal sin dueño. No es fácil expresarlo.
Pero tú me lo dejas escrito en cada hoja
lanzada por el aire de un otoño certero,
con letras imposibles de anegar en el llanto.
No existen condiciones para huir o quedarse,
jamás fueron visibles mis huellas en las tuyas.
No sé cómo torcer el rumbo de estos cielos,
cuando ya han otorgado sus alas a mi pena.


                                                (De LOS CIELOS TARDÍOS, 2009)

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