miércoles, 26 de octubre de 2011

                                    
                                                    

V.

Si debemos vivir, hagámoslo sin tiempo
para lo que nos hiere en su injusta medida,
sin noche suficiente para el amor oculto,
deshojando la piel con un viento de abrazos.
Entonces creeremos que todo permanece
tal como lo sentimos ahora, ayer, mañana,
aunque el fuego reduzca los placeres ilesos
a vana saciedad, a estático albedrío.
Pero también debemos acariciar la muerte
en medio de esa noche que el amor abandona
sobre nuestro desnudo febril e inseparable,
aceptando sus términos con un hondo sigilo.
Entonces el deseo hablará por nosotros
al tomar la palabra en su injusta agonía.
Sí, también moriremos como lo hacen los pájaros,
el jazmín o la niebla, sin despedirnos nunca.


                                           (De RETABLO DE CENIZAS, 2011)

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