martes, 27 de septiembre de 2011

      
        Marina (Gustave Courbet, 1872)


                            V.

Nunca está solo el mar.
Tiene un calor de arena que lo abraza,
que recoge sus ímpetus y enciende
orillas a su paso.

El dolor está solo.

Hay una luz que vive
sobre los litorales, porque alumbra
tantas aguas lejanas
que permanece anclada en espumosos
quiebros de olas. Late
un brillo entre las rocas.

El dolor está solo dentro de quien espera.

El mar regresa siempre.
Nadie lo llama, nadie le ha pedido
que sostenga la luna
en sus azules, nadie
presagia su venida hasta el misterio.
Pero regresa el mar, siempre buscando
los brazos terrenales.

El dolor está solo
dentro de quien espera
el retorno del mar.
Algo quema la piel de cada noche,
algo que va muriendo,
lentamente, de olvido.

El dolor está solo
y ha quedado varado en una playa.


                                                  (De TRASLUZ, 1989)

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